Había una vez un majestuoso PALACETE NAZARÍ de estilo veneciano renacentista, que se erguía con esplendor en medio de un terreno de más de 5.000 metros cuadrados. En sus 905 metros cuadrados construidos, albergaba una magnífica VIVIENDA, una zona de discoteca-karaoke, un gimnasio y un garaje cerrado, además de techado para varios vehículos, donde el lujo y el confort se unían en armonía.El imponente PALACETE estaba rodeado de un exquisito jardín ...con arbolado de diferentes tipologías, donde palmeras datileras, tropicales y árboles tanto frutales como ornamentales, se entrelazaban para crear un entorno de ensueño. Innumerables fuentes adornaban el jardín, ofreciendo una sinfonía de agua y encanto.Un bonito puente cruzaba un apacible estanque, llevando a los visitantes por los innumerables veladores, donde podían deleitarse con vistas panorámicas y disfrutar de momentos de serenidad.En el centro del paraíso, una piscina rodeada por un riachuelo y más fuentes añadía un toque refrescante y mágico al ambiente. El karaoke y el gimnasio proporcionaban diversión y bienestar a los residentes y sus invitados.En el interior del palacete, cuatro dormitorios ofrecían un oasis de descanso y privacidad. Una sala de televisión, un comedor elegante y una amplia cocina con zona de lavadero y de planchado brindaban espacios para disfrutar de momentos sociales y culinarios.Una hermosa terraza acristalada ofrecía vistas panorámicas del exuberante jardín. Y en el sótano, una bodega escondía tesoros de vinos y añejos que deleitaban a los conocedores.Todo estaba en perfecto estado y listo para entrar, así que aquel PALACETE NAZARÍ se convirtió en el hogar de ensueño de aquellos que buscaban la combinación perfecta de elegancia, comodidad y naturaleza. Su historia se extenderá a lo largo de generaciones, dejando un legado de belleza y encanto en cada rincón de su esplendoroso territorio.