Una experiencia en toda su extensión. El juego de texturas de la entrada, con su piedra natural nos anuncia un espacio interior muy especial, en el que los distintos elementos se integran sin superponerse. Para ello, ha sido fundamental la disposición aterrazada de los bloques, que genera una sensación de libertad en las zonas comunes y, al mismo tiempo, favorece la privacidad entre las viviendas. De hecho, los arquitectos han jugado con los desniveles para crear una doble sensación: de cara al exterior, sus bloques de baja altura se alzan sin interferir entre sí, orientándose independientemente para conseguir unas vistas despejadas del litoral mediterráneo, las praderas del campo de golf de Calanova y los espacios naturales colindantes; y, de cara al interior, cada edificio se resguarda del resto a través de amplias zonas ajardinadas, donde la gran piscina comunitaria emerge como un lago natural en el corazón del proyecto. Un espacio de encuentro perfectamente accesible desde cualquier punto del residencial y al que se llega realizando un recorrido inspirado en las sendas naturales. Un concepto orgánico también presente en el camino de acceso, que discurre entre árboles y arbustos y permite una zona de estacionamiento que complementa el aparcamiento privado subterráneo del que disponen algunas de las viviendas. En definitiva, un ejemplo de integración, sostenibilidad y paisajismo que busca fundirse con el entorno y contribuir a mejorarlo. Habitarlo respetando su esencia, para que puedas disfrutar de la naturaleza dentro y fuera de tu casa